Como informó esta semana El Día, la sesión extraordinaria de la Comisión de Recursos Hídricos, Desertificación y Sequía del Senado, realizada en Ovalle, avanzó en ese sentido.
En el encuentro se abordó la posibilidad de aprovechar algunas iniciativas privadas que se encuentran avanzadas, como la de Aguas del Valle, para concesionarla como una obra pública, valiéndose de la nueva ley corta que autoriza al Ministerio de Obras Públicas a llevar a cabo inversiones en la materia.De hecho, se anunció en este contexto que en el segundo semestre del año en curso se licitará una planta desalinizadora multipropósito para la región, para que entre en operación en 2029.
Pero la noticia no solo generó expectativas, sino que también levantó alertas, principalmente en las comunidades de El Panul, donde se instalaría la planta de ser elegida la proyectada por Aguas del Valle, por el impacto que esta obra puede generar en dicha zona y en el ecosistema en general.
Cabe recordar que en la ensenada de El Panul se encuentran además vestigios del pueblo Diaguita y el lugar sigue siendo de importancia para sus descendientes.
En contra
Desde la comunidad diaguita Cahoiri, que se ha opuesto desde un principio al proyecto de una desalinizadora en El Panul, manifiestas su rechazo.
“En la parte en la que se va a instalar hay vestigios diaguita y de la cultura Molle. Eso está catastrado y el SEA en primera instancia rechazó el proyecto por lo mismo. Nosotros como comunidad ocupamos la ensenada, sacamos hierbas medicinales de abajo y la extracción de lapas y varios recursos del mar que utilizamos”, indicó Alejandra Morales, miembro de la comunidad.
Por otro lado, declara Morales, aún se realizan ceremonias en el lugar, donde están sepultados sus ancestros.
Si bien reconoce que “estamos en sequía y el agua nos hace falta a todos”, algo que bien saben, pues la comunidad “rescata hasta la última gota, porque no tenemos agua potable”, no se debe dejar pasar, a su juicio, “el impacto ambiental que es gravísimo”.
“Es un lugar rico en flora y fauna para el ecosistema. Lamentablemente, en Chile nunca valoramos eso, nos damos cuenta cuando el daño está hecho, como en Antofagasta, porque el ser humano está acostumbrado a devastar todo”, agregó.
En ese sentido, instan a “reevaluar la zona donde se va a hacer”, porque “sabemos que se necesita, pero sabemos que es tremendo el impacto que va a causar”.
Pocas soluciones a la escasez hídrica
Para la agrupación Eco Panul la visión es similar. Marjorie Rojas, parte de la directiva, indica que hay “dos temas que considerar”.
En primer lugar, critica las soluciones en cuanto a la escasez hídrica, las que a su parecer, debiesen ser “más integrales y no atacar una sola área”. En ese sentido, apunta a que “el sistema de reparto de agua está mal en el país”, lo que debiese ser regulado y menciona otras alternativas, como la reutilización de aguas grises.
En segundo término, plantea el lugar elegido para instalar una planta desaladora.
“Años atrás estábamos tratando de protegerlo, habíamos tenido reuniones con la municipalidad, con Medio Ambiente y vino mucha gente, porque es un lugar muy rico en cuanto a flora, fauna y arqueología”, indicó.
Del mismo modo, desde la comunidad Defensores El Panul, recalcan que la salmuera generada de estos procesos afectan a los ecosistemas, perjudicando “toda la vida submarina”.
“Nosotros estamos sujetos a la corriente de Humboldt, una de las productoras más grandes de alimento. Estaríamos dañando un ecosistema rico en alimentos para muchos. Hay otros trabajos que hacer antes de una desaladora, aquí nunca se ha hablado de mantener el ciclo del agua, por ejemplo. Como comunidades indígenas Diaguitas y Changos estamos en contra, porque ya hemos visto que donde se instalaron las desaladoras, las caletas murieron alrededor y el lecho marino terminó muerto, no hay nada”, indicó Leticia Antequera.